Muero de un pensamiento mudo como una herida. No me mata el tabaco, ni los ácidos estomacales, ni la sangre derramada, ni el hambre, ni la vida.
Me mata un pensamiento venenoso que se encarna en mi con toda saña.
Se alimenta de mis esperanzas y crece sin medidas.
Mi cabeza es un útero contaminado, que gesta monstruos lentamente amenazadores.
Pensamientos obsesivos y autodestructivos.
Pensamientos exterminadores que me desmoronan en cuerpo y alma.
La semilla de un mal asesino y paciente, perfectamente letal.
El espejo me tortura. Comer me asusta. Y me condicionan todo el tiempo. Sus preguntas de mierda.
Me vuelvo horrible e irónicamente vacía.
Pero astuta, arrogante.
La aíslo, la encierro en mi espectral ser. Sea cualquier cosa que piense, a donde quiera que mire estoy,
Alardeando mi perfecta composición. La castigo.
De nuevo. En el espejo, en las vidrieras, en las sombras. En los ojos de ellos. En los suyos, sus
Soy infinito y vivo en su mente. Me apodero de ella y le impido vivir en paz.
Le impido hablar. Respirar. Amar (se). Le impido
Yo
Estoy en tu mente también. En la mente de todos.
Mi despertar es tan accesible como un insulto de tu boca o un comentario lastimoso. Escucho y despierto en la mente del débil. Ella es débil.
Ella está encarcelada en mi.
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