El aire lx asfixia cuando se siente más muertx que vivx.
Es como si fuera el veneno al que está condenadx a ingerir.
Una gran antítesis existencial. O no.
No siente que quiera seguir siendo parte de este lugar, pues nunca ha pertenecido un %100 aquí.
Se pregunta entonces... ¿Qué queda por hacer?
Se imagina maneras de partir, minuciosamente planeadas.
Siente un delicioso éxito provocado por la brillantez de sus pensamientos.
Se siente satisfechx. Se halaga, le encanta, y sonríe.
Victoriosx de haber especulado con todos los detalles.
Pero no puede.
La sonrisa desaparece. La satisfacción da lugar a la angustia. Frustración.
La culpa siempre presente interfiere incluso en sus delicados planes.
La culpa del dolor ajeno.
Insoportable.
La culpa de ser un estorbo incluso sin estar acá.
La compasión siempre había sido su gran defecto.
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