Yo siempre había pertenecido a las tinieblas.
Siempre había sido oscura.
Enamorada de mi locura.
Era una eterna romántica el siglo XVIII perdida,
desorientada los terrenales mundos contemporáneos...
Una auténtica romántica suicida, ilusa y soñadora
que añoraba memorias nostálgicas
de un pasado anheloso que nunca fue.
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