Parece que el destino no quiere regalarme bienestar. Sos mi mayor lección, esa que siempre siento que no podré superar, aprender, o atravesar.
Siempre pienso que no me falta nada más, que con vos en mis días todo tiene un sentido diferente, todo se manifiesta más atractivamente...
Me muero por ser feliz a tu lado, aunque quizás no muero y solo nazco, nazco desde las estrellas para encontrar tu abrazo.
Quisiera saber qué esto que venimos construyendo hace rato, por fin ha crecido y madurado, que cuando camina ya no se lástima tanto.
Quisiera tener la garantía de que siempre miraré tus ojos profundos.
Todos mis días están llenos de espera, de incertidumbre, de malestar, de sueños donde lloro y no importa mi sufrir, de deseos truncados y cobardía extraordinaria, de orgullo infeliz y desesperanza garantizada...
La lección que me toca con vos es la más dura, odio como amo. Odio como mi amor no basta ni satisface, odio como siento, odio lo que hago pensar, odio los problemas que nunca terminan de estar, odio el malestar que soy capaz de gestar...
Una gran parte de mí, se marchita cuando temo no tenerte más, -mi ser en su totalidad- la necesidad me envuelve en su saco gris de polvo asfixiante, deseando salvarme diciendo tu nombre, mirando tu cara, tu alma.
Me muero por abrazarte y tenerte cerca de mi corazón, para que sigas siendo parte y causa de mi respiración.
El amor es muy fuerte, y sin embargo insuficiente. Nos enseñaron a idealizar, a esperar, a aspirar encontrar...
Encontrar una media naranja, una mitad ideal, gracias a un mito perverso que nos dice que somos seres incompletos, inacabados, infelices e inútiles...
Idealizar al otro, pretender que encaje con una expectativa personal, buscar esa pieza del rompecabezas con el que te tentó la sociedad, odiar lo que es diferente a lo esperado.
La lección que me toca con vos es la más dura. Enfrentar la realidad que da lugar a un campo infinito de malestar en tu ausencia, a veces en tu presencia.
Un fantasma de nostalgia me abraza todas las mañanas, un tirano del miedo me dicta palabras que me rebanan el alma.
La lección que me toca con vos es la más dura, y dudo poseer la capacidad de salir victoriosa de esta batalla de emociones y sentido existencial.
Ojalá pudieras meterte en mi mente, ver lo que habita y lo que siente, ver las pesadillas y abrazarme para que nunca sienta que pueden atravesar la barrera onírica e instalarse en la vida.